Cuando pintar juntos se convierte en el mejor plan sin necesidad de tener ni idea de arte
Hay planes que te levantan el día. No por ser espectaculares ni caros, sino porque te hacen desconectar, reír y pasar un rato de esos en los que no piensas en nada más. Pintar en grupo es uno de esos. No hace falta que seas artista, ni que hayas tocado un pincel desde el colegio. Basta con estar, dejarse llevar… y ver lo que pasa.
En Xpresarte lo vemos cada semana. Gente que viene pensando que va a hacer “una actividad tranquila” y acaba soltando carcajadas mientras mezcla colores, compara cuadros con sus compañeros o se mancha sin querer (o queriendo). Por eso este artículo no va de técnicas ni estilos. Va de por qué funciona. Y por qué, si vienes con tu grupo, probablemente salgas mejor de lo que entraste.
No hace falta saber pintar para pasarlo bien
Una de las mejores cosas de pintar en grupo es que no se espera que nadie lo haga bien. No hay notas. No hay comparación. Nadie gana ni pierde. Eso lo cambia todo.
En cuanto se rompe la idea de que “esto es arte y hay que hacerlo perfecto”, la gente se relaja. Empieza a probar, a preguntar, a mezclar, a improvisar. Y de repente, lo que parecía una actividad seria se convierte en un espacio donde cada uno hace lo que le sale, y encima se lo pasa bien.
Y eso vale igual si vienes con tus compañeros del curro, tus amigas de toda la vida, tus alumnos o incluso con toda tu familia.
Cuando pintas en grupo, pasan cosas
No es que haya una fórmula mágica. Pero pintar juntos, aunque sea la primera vez, tiene un punto que lo cambia todo. Lo hemos visto cientos de veces en nuestro taller. Hay dinámicas que se repiten, y casi siempre acaban en lo mismo: buena energía, risas y gente que se va mejor de lo que llegó.
No importa si el grupo ya se conoce o si es la primera vez que se ven. Pintar a la vez, compartir colores, mirar cómo va el cuadro del de al lado… todo eso genera conversación, bromas y conexión sin necesidad de forzar nada.
Lo hemos vivido con equipos de empresa que venían a una sesión de teambuilding, con gente que ni se había cruzado en la oficina. Y a la media hora, estaban comentando pinceladas y eligiendo juntos la música.
La pintura tiene algo que te obliga a estar presente. Y eso, en un mundo con notificaciones constantes, es un respiro. Aunque vengas con la cabeza llena, al rato ya estás pensando en si ese color te convence o si te atreves con un trazo más loco.
Es curioso, porque mucha gente viene “por el plan”, sin más. Pero se va diciendo que se ha relajado, que hacía tiempo que no se centraba tanto en algo, o que se le ha pasado el tiempo volando.
Te ríes. Y mucho
Entre lo que uno pinta, lo que intenta, lo que se inventa, y lo que no sale como esperabas… hay risa asegurada. Pero no de esas incómodas o forzadas. Risa buena. Gente echando el pincel al aire y diciendo “yo ya he terminado”, cuando solo lleva cinco minutos.
Y eso genera muy buen rollo en el grupo. Ayuda a soltar tensiones, a conocerse desde otro sitio. Y en algunos casos, incluso a llevárselo al terreno personal: parejas que luego cuelgan su cuadro en casa, amigos que hacen bromas internas con los resultados, equipos que ponen las fotos en la oficina.
¿Quién lo prueba? Grupos que ya lo han vivido
No hace falta imaginar cómo puede ser. Cada semana en Xpresarte vemos a todo tipo de grupos pasar por el estudio. Y todos salen con algo más que un cuadro. Aquí van algunos ejemplos de cómo se vive la experiencia según quién venga.
Equipos de empresa que huyen del PowerPoint
Las actividades de empresa no tienen por qué ser dinámicas forzadas o meriendas de compromiso. En nuestras sesiones de pintura para empresas, los equipos se sueltan, se ríen, y muchas veces descubren talentos ocultos (o al menos, sentido del humor).
Hay quienes pintan su propio cuadro, y hay quienes se atreven con uno colectivo. Hemos tenido empresas que han terminado colgando el cuadro en la oficina. Literalmente. Porque cuando pintas algo juntos, ese lienzo ya tiene historia.
Amigos que vienen a celebrar algo (o a relajarse)
Cumpleaños, despedidas, tardes de chicas, grupos que no se ven desde hace tiempo… Las sesiones privadas en Xpresarte son el plan perfecto para ponerse al día sin hacer “lo de siempre”.
Aquí cada uno puede elegir si pinta lo mismo que el resto o algo distinto. Se puede traer más bebida, picar algo, poner la música que os dé la gana… Y si os apetece, incluso podéis pintar un cuadro conjunto. Como han hecho muchas despedidas de soltera, dejando una obra para la novia que no va a olvidar.
Niños que se llevan más que un dibujo
También lo hemos vivido con colegios. Cuando organizamos talleres para coles, pasa algo parecido: los niños se sueltan, se expresan, se escuchan entre ellos. Pintan lo que quieren, comparten colores, comentan sus ideas en voz alta, y al final, lo que parecía una actividad artística se convierte en una experiencia social real.
Lo mejor es que se van con su cuadro en la mano, pero también con una sonrisa y, muchas veces, más calmados que cuando llegaron.
Invitados que dejan huella en una boda
Uno de los momentos más especiales que hemos vivido en Xpresarte fue cuando un grupo de invitados pintó un cuadro para una boda durante el banquete. Cada persona iba dejando su parte, y al final, los novios se llevaron una obra única, hecha por todos los que les querían.
Puedes ver el ejemplo aquí: Cuadro pintado por los invitados para una boda.
No fue solo un regalo. Fue un recuerdo colectivo, emocional y cargado de cariño.
Si quieres probarlo, en Xpresarte lo hacemos fácil
Si te ha sonado bien todo esto, no necesitas excusas. Puedes venir con tus amigas, con tu grupo del trabajo, con tu familia o montar algo para tu clase si eres profe. Nosotros ponemos el lienzo, los pinceles, las pinturas y el buen ambiente. Vosotros solo tenéis que venir con ganas.
Las sesiones se pueden reservar directamente o personalizar según lo que busquéis. Hay opciones para grupos grandes, pequeños, para niños o adultos. Solo hay una cosa que se repite siempre: la gente se va con algo pintado y con otra cara.
Y si todavía no sabes si esto es para ti, te lo decimos claro: sí, lo es. Porque aquí nadie viene a ser artista. Vienen a pasarlo bien. Y eso, la verdad, se nota.